Crazy Horse Memorial
La última galopada de Caballo Loco

Cuenta la historia que, cuando un soldado de Caballería preguntó al Jefe Sioux Lakota Caballo Loco, ya preso de los ‘blancos’ y para burlarse de su derrota, “¿Dónde están tus tierras ahora?”, el jefe indio contestó “Mis tierras están donde mi cuerpo muerto esté enterrado”

En las Colinas Negras, en Dakota del Sur, muy cerca del conjunto escultórico de Monte Rushmore existe un monumento excavado en la montaña que ha congelado en piedra ese instante.

Es el Crazy Horse Memorial. Se empezó a esculpir en 1948 y todavía está sin terminar. Algún día, cuando la escultura esté acabada, se podrá ver en ella al Jefe Caballo Loco en la pose de un jinete encima de su montura, con el dedo señalando al horizonte para indicar dónde están sus tierras, las tierras por donde él y los suyos cabalgaban libres hace más de cien años. De momento lo que sí se puede ver ya esculpido es el rostro y el esbozo del brazo apuntando. Y es impresionante.

Cuando la obra esté terminada, la montaña se habrá convertido en una estatua de 172 metros de alto por 195 de ancho. Solamente la cabeza tendrá una altura de 27 metros (las del Monte Rushmore miden 18 metros de alto).

La idea del Memorial partió de un sueño: el Jefe Lakota Henry Standing Bear, como representante del pueblo sioux, quiso crear un monumento que reivindicara la memoria y cultura nativa y mostrara que los indios también tenían sus héroes, y que, además, fuera un mensaje de “esperanza y reconciliación” entre nativos y no nativos.

Henry Standing Bear supo entender que la supervivencia del pueblo sioux dependía de su integración en la cultura blanca. Y se dio cuenta de que los tiempos habían cambiado, que la supervivencia de su cultura ya no se iba a decidir en el campo de batalla sino en el de las ideas y las palabras.

Para llevar a cabo el proyecto, Standing Bear creó, junto con otros líderes sioux, la Crazy Horse Memorial Association e involucró en el proyecto al escultor Korcza Ziolkowski, que había trabajado durante unos meses como ayudante de Gutzon Borglum en el Monte Rushmore y había ganado el Primer Premio de Escultura en la Feria Mundial de Nueva York.

El lugar elegido para excavar el monumento fueron las Colinas Negras, territorio sagrado y de especial importancia espiritual para los Sioux, que las llamaban Paha Sapa.

No había retratos ni fotografías de Caballo Loco porque éste participaba de la creencia, común en aquella época, de que las fotografías podían robar el alma. Para tallar su retrato en la montaña, Korczak se basó en las descripciones de supervivientes de la Batalla de Little Big Horn y sobre todo en lo que Caballo Loco representaba.

Crazy Horse Memorial

La montaña se empezó a taladrar en 1948. Korcza Ziolkowski se involucró por completo en el proyecto, rehusó cobrar salario por su trabajo y dedicó el resto de su vida al Memorial de Caballo Loco. Estuvo trabajando en él hasta su muerte en 1982 a la edad de 74 años. Está enterrado en la base de la montaña en una tumba que él mismo excavó y en la que dejó grabado su propio epitafio:

“KORCZAK Storyteller in Stone
May His Remains Be Left Unknown”

 

“KORCZAK, narrador de historias en piedra
Que sus restos permanezcan desconocidos»

Al leer el epitafio no podemos evitar cuestionarnos el significado de la última frase y dedicar un tiempo a intentar entender por qué Korczak quería que sus restos permanecieran “desconocidos” si él mismo grabó su nombre en el epitafio y es su cuerpo el que está allí. ¿O no lo está?

Korcza Ziolkowski en las Colinas Negras

Korcza Ziolkowski en las Colinas Negras. Wikipedia

La solución al misterio la desveló el propio Korzcak en una entrevista concedida al Sarasota Herald Tribune, publicada el 26 de octubre de 1980 y en la que textualmente dijo “Hice el epitafio ambiguo a propósito. Quiero que, después de morir, la gente se pregunte si estoy o no estoy y qué demonios quiere decir la inscripción. Eso los tendrá entretenidos intentando adivinarlo”

En esa entrevista Korzcak también desveló que había puesto una aldaba en el interior de la puerta de la tumba. “Puse el llamador en la puerta para usarlo en caso de que quisiera salir”

Tras la muerte de Korczak, el Monumento pudo sobrevivir gracias a su mujer Ruth. El escultor se había enamorado de ella cuando Ruth, con apenas 20 años, trabajó como voluntaria en el Memorial. Juntos vivieron en las Colinas Negras el resto de su vida y allí tuvieron a sus diez hijos. Gracias a sus esfuerzos se pudo crear en torno al Memorial un complejo que hoy incluye el Indian Museum of North America, un auditorio, una tienda de regalos, restaurantes, miradores, una biblioteca, un espectáculo láser de luces y color, etc.

Actualmente el Memorial de Caballo Loco es mucho más que una estatua monumental. La Crazy Horse Memorial Foundation continúa trabajando y no solamente para terminar la estatua. Según su propia declaración de intenciones “desarrolla programas culturales y educativos para promover la armonía y reconciliación entre todos los pueblos y naciones” y además “actúa como un repositorio de los objetos, la artesanía y el arte de los nativos americanos a través del Indian Museum of North America y el Native American Educational & Cultural Center; y establece y gestiona el funcionamiento de la Indian University of North America y, en su caso, de un centro de formación médica para los indios americanos”


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