Óscar. El gato que sobrevivió

Prácticamente desde que el hombre decidió “echarse” a la mar y se convirtió en navegante, los gatos se ganaron un lugar en la Marina, tanto mercante como militar, gracias a su indiscutible valor para ahuyentar ratas y otros bichos y con ello preservar la comida (e incluso partes del barco) y evitar enfermedades. De paso servían de compañía para los marineros, lo que también tiene su valor.

De todos los gatos que han formado parte de la tripulación de un barco ninguno tiene una historia tan curiosa como Óscar, el gato que durante la Segunda Guerra Mundial sobrevivió al hundimiento en batalla de tres barcos militares.

Oskar-Sam

 

El primero de ellos fue ni más ni menos que el legendario acorazado Bismarck. El gato formaba parte de su tripulación cuando, en el marco de la Operación Rheinübung, el Bismarck hundió el crucero británico HMS Hood el día 24 de mayo de 1941. La pérdida del barco sentó tan mal a Winston Churchill que dio orden de perseguir y mandar a toda costa al Bismarck al fondo del océano.

Tirpitz astern.jpgLa Royal Navy inició la cacería del acorazado alemán que fue localizado dos días después navegando hacia la costa francesa. En la persecución participaron seis acorazados y cruceros de batalla, dos portaaviones, trece cruceros y veintiún destructores. El Bismarck fue atacado duramente por los barcos británicos, que le soltaron encima más de 2.800 proyectiles de los cuales más de 400 dieron en el blanco. Los británicos consiguieron inutilizar el Bismarck pero a pesar de tanto disparo no pudieron hundirlo. Finalmente el 27 de mayo Hans Oels, primer oficial del Bismarck, dio a la tripulación la orden de abandonar el barco y hundir con explosivos lo que quedaba del acorazado. Oels murió en una explosión junto con muchos de sus hombres cuando recorría las cubiertas del barco para asegurarse de que todos lo abandonaran.

De los 2.200 hombres que llevaba el Bismarck solamente 114 sobrevivieron. Y un gato.

Los barcos británicos recogieron a los supervivientes y fue el destructor HMS Cossack el que encontró al más extraño de todos: un gato negro con manchas blancas maullando a la deriva encima de unas tablas. En su cuello había una placa con el nombre “Oscar”.

HMS Cossack.jpgLos ingleses recogieron al gato y como su nombre les pareció demasiado germano decidieron cambiárselo por “Sam”. Así es como el felino encontró un nuevo hogar en un nuevo barco. Un nuevo hogar que le iba a durar apenas cinco meses.

El 23 de octubre de 1941 el HMS Cossack se encontraba escoltando un convoy cerca de Gibraltar cuando fue alcanzado por un torpedo lanzado por un submarino alemán, el U-563. El torpedo causó una gran explosión que partió el destructor prácticamente en dos. Murieron 159 personas entre oficiales y marineros. Y el gato sobrevivió.

Oskar-Sam, consiguió subir a un bote salvavidas que fue rescatado por el portaaviones HMS Ark Royal (que, por cierto, había participado en el hundimiento del primer hogar del felino, el Bismarck).

HMS Ark Royal h85716.jpg

A estas alturas de la historia el gato era ya conocido como “el insumergible Sam”. Tuvo un pequeño respiro en Gibraltar donde por primera vez en mucho tiempo pudo pasear por tierra. Pero el capitán del HMS Ark Royal creía que el minino traía suerte y dio orden de embarcarlo antes de partir a su próxima misión.

Y de nuevo Oskar-Sam se hizo a la mar e hizo de un barco su hogar. Y de nuevo le duró poco. Menos de un mes.

El 13 de noviembre de 1941 el HMS Ark Royal fue alcanzado por un torpedo lanzado por el submarino alemán U-83. En esta ocasión fue un sólo disparo, pero con mucha puntería. No se pudo salvar el barco, que se hundió con sus aviones y todo. Los tripulantes fueron rescatados por el destructor HMS Legion (G74). Por lo menos en esta ocasión la pérdida de vidas fue mínima. Solamente se perdió una en la explosión causada por el torpedo. Por supuesto, no fue la del gato.

En menos de seis meses el gato Óscar, el “insumergible Sam”, había vivido en tres barcos diferentes en plena Segunda Guerra Mundial. Tres barcos que habían protagonizado enfrentamientos militares y que habían terminado, uno tras otro, en el fondo del mar, arrastrando con ellos muchas vidas humanas.

Tras el tercer hundimiento se decidió licenciar al gato. No sabemos si porque se temían que ya no le quedaran muchas más vidas o porque alguien empezó a pensar que era un poco gafe. Oskar-Sam pasó una temporada en las oficinas del gobernador de Gibraltar y finalmente fue enviado a un hogar para marinos retirados en Belfast. Es difícil que allí hubiera un veterano con un curriculum más espectacular que este felino.

Oskar-Sam sobrevivió también al paso del tiempo. Actualmente se le puede ver en un cuadro de la pintora Georgina Shaw-Baker en el UK National Maritime Museum, Greenwich.


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Razones para odiar (y amar) a Septiembre

Septiembre es el chico más odiado del calendario, el mes al que muchos tienen cierta manía. Y el mes al que delegamos muchas de las tareas que, por causarnos desagrado, no queremos afrontar en los más alegres meses previos.

¿Qué ha hecho Septiembre para merecer este trato? Básicamente, ir después de Agosto, que es el que cada año se lleva toda la diversión.

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A Septiembre muchos le miran mal porque es el mes en el que regresan las obligaciones laborales después de las felices vacaciones. Para hacerlo más difícil, Septiembre suele crear un ambiente que invita poco al trabajo y, más bien, a todo lo contrario, puesto que aún hay mucha luz y buena temperatura. Un poco cruel por su parte, hay que reconocerlo.

Hasta los niños le odian (con lo bien que les caen Julio y Agosto) porque es el mes en que regresan los madrugones, el colegio y los deberes. Las estadísticas bursátiles afirman que Septiembre es el peor mes para las bolsas. El pobre Septiembre es malo también para el empleo y el mercado laboral, por eso de que finalizan los contratos que se hicieron al amparo de la temporada veraniega.

Septiembre no es bueno para el campo porque es el mes de las tormentas y granizadas. Y, puestos a colgarle cosas malas, también le culpamos de ser el mes en que empezó la Segunda Guerra Mundial, en concreto el día 1 de septiembre de 1939 cuando la Alemania nazi invadió Polonia.

Y es el mes en que tuvo lugar el atentado contra las Torres Gemelas.

Ni siquiera el nombre tiene sentido. Es el noveno mes pero se llama «Septiembre» porque ocupaba el séptimo lugar en el primer calendario que tuvieron los romanos. Y estuvo en su correcto lugar hasta que reformas posteriores llevaron a colocar los meses de Enero y Febrero al comienzo del año desplazando a todos los demás.

Ya lo dice el refranero: «septiembre es el mes más malo que el año tiene».

Pero como nadie es malo ni bueno del todo, Septiembre tiene también sus cosas buenas.

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Es el mes de la vendimia, el mes de los frutos del campo. En Septiembre nacieron 10 Premios Nobel de la Paz y es el mes con más deportistas y físicos.

Según Russell Foster, neurocientífico que escribió el libro «Estaciones de la vida«, los nacidos de septiembre a noviembre tienen un 40% más de posibilidades de vivir hasta los 100 años que los que nacieron en marzo.

Y la Segunda Guerra Mundial terminó oficialmente el 2 de septiembre de 1945, cuando Japón firmó su rendición a bordo del acorazado Missouri. Duró por tanto seis años y un día.

Y no olvidemos que en Septiembre regresan nuestras series favoritas de televisión y los fascículos a los quioscos.

Otra ventaja: al final del mes nos espera, el día 29, el Veranillo de San Miguel, que nos da un último respiro antes de la llegada del invierno. Para terminar un dato de Septiembre que no es ni bueno ni malo pero sí curioso: cada año, Septiembre comienza el mismo día de la semana que Diciembre.