Enero
El mes de las dos caras

Enero tiene su miga. Empieza un nuevo ciclo y, aunque sea por unos días, nos decimos que todo va a ir mejor, que nuestra suerte va a mejorar, que el que empieza va a ser nuestro año de la suerte y que poco menos que se van a cumplir todos nuestros deseos. Si hay algún mes que pueda ser considerado como “el de la esperanza”, ése es enero. Por poco tiempo, porque enseguida regresan la realidad y la rutina y nos bajan los humos.

Es también el mes del “mea culpa” y los buenos propósitos. El mes que todos los años nos enseña que no somos capaces de aceptarnos como somos y mucho menos de cambiarnos. Que no aceptamos que nunca vamos a hacer deporte ni a ir a un gimnasio, si no lo hacíamos antes. Y que para dejar de fumar lo único que realmente tenemos que hacer es querer hacerlo de verdad, y la verdad es que, por lo menos de momento, no queremos.

Para los que tienen tendencia a ello, es un buen mes para la reflexión. Enero nos trae uno de esos momentos del año en que nos hacemos conscientes de la rapidez con que pasa el tiempo. “Tempus fugit”.

Y es el mes de la “cuesta”, el mes que nos pasa, literalmente, las facturas de lo que alegremente hemos gastado en diciembre. Y es el mes de las rebajas, para seguir gastando.

JanusLos romanos lo llamaron “iaunuarious” en honor al dios Jano, el dios de las puertas, que era también el dios de las dos caras, el dios de los comienzos y los finales.

No siempre fue el primero. El primitivo calendario romano tenía diez meses y el primero era Marzo. Enero le arrebató el honor, según Plutarco, gracias a las modificaciones del segundo Rey de Roma: Numa Pompilio, a quien la decena pareció escasa y añadió dos meses más.

En enero pasan muchas cosas.

El 1 de enero de 2002 se introdujo la moneda única en Europa. 308 millones de europeos de 12 países tuvimos que aprender a usar los nuevos euros.

El 2 de enero de 1920 nacía Isaac Asimov en Rusia. Las Leyes de la Robótica estaban en marcha. Mordor empezó a asomar por el horizonte un 3 de enero de 1892. Ese día nació en Sudáfrica John Ronald Reuel Tolkien.

Mabel Suffield Christmas Card.jpgUn día más tarde, y unos años más tarde, el 3 de enero de 1959, “la última frontera”, Alaska, fue domesticada y se convirtió en el Estado número 49 de los Estados Unidos.

Un día importante para la ciencia fue el 4 de enero de 1643, día en que nació el gran Isaac Newton. También lo fue el 8 de enero de 1942, fecha de nacimiento de Stephen Hawking.

Muchos nacimientos interesantes nos ha dado este mes. El 15 de enero de 1929 nació Martin Luther King y el 17 de enero de 1706 hacía lo propio Benjamín Franklin. El 19 de enero de 1809 vió la luz por primera vez uno de los escritores que mejor ha dominado los secretos literarios del terror: Edgar Allan Poe. El 27 de enero de 1756, apareció en el mundo uno de los más grandes genios de la música, Wolfgang Amadeus Mozart.

Gustave Eiffel posant au sommet de la tour.jpgEl 28 de enero de 1887 se inicia la construcción de la Torre Eiffel, para la Exposición Universal de 1889, en medio de las críticas de muchos que la veían como un feo y desagradable monstruo de hierro. A punto estuvo de ser derribada, pero se salvó gracias a que su constructor, Gustave Eiffel hizo ver a las autoridades el potencial de la torre en experimentos científicos y estos vieron, sobre todo, su uso como estación meteorológica y antena de comunicaciones.

El mes de enero de 2016 nos ha metido de lleno en el Año Chino del Mono de Fuego. Ha ocurrido el día 8 y, según dice el horóscopo, se trata del mono más activo y agresivo. Tiene toda la energía del fuego y su impulsividad, pero también su creatividad.

Y ya nunca volveremos a escuchar en directo la peculiar voz de David Bowie; se fue a las estrellas la noche del 10 de enero de 2016.


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Cervantes
Ha nacido una estrella

Cervantes ya brilla en el cielo. Literalmente y en muy buena compañía. Así se llama ahora la estrella conocida como μ Arae (Mu Arae). También han cambiado de nombre los cuatro planetas que la orbitan: μ Arae b, μ Arae c, μ Arae d y μ Arae e, que han pasado a llamarse, respectivamente, QuijoteDulcineaRocinante y Sancho.

Infographic for the IAU NameExoWorlds

En abril de 2015 la Unión Astronómica internacional IAU lanzó una convocatoria pública, Name Exoworlds, para nombrar 20 sistemas planetarios compuestos por 14 estrellas y 31 exoplanetas. Los nombres tenían que ser propuestos por asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro y votadas públicamente a través de internet. Los ganadores se dieron a conocer a mediados de diciembre.

mu Arae

El nombre de Cervantes fue propuesto por el Planetario de Pamplona  y la Sociedad Española de Astronomía y ha sido uno de los elegidos, con 38.503 votos. No es la única propuesta española que ha prosperado. El planeta Edasich b, también conocido como ι Draconis b (iota Draconis b), pasará a llamarse Hypatia (11.346 votos) a propuesta de la Asociación Cultural Hypatia de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid.

Edasich (iota Draconis)

Diferentes organizaciones de 45 países han propuesto un total de 274 nombres que han recibido 573.242 votos. España ha sido el tercer país en participación, con el 7’93% de los votos, el primero fue la India (con 36’27%) y el segundo Estados Unidos (con 19,48%).

ARAY ahora que sabemos cómo ha llegado la estrella μ Arae a llamarse Cervantes la pregunta es ¿cómo llegó a llamarse “μ Arae”? ¿concursos aparte, cuál es el proceso por el que un cuerpo celeste adquiere su nombre? ¿quién los elige?

La máxima autoridad en la materia es la Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés) que actúa como árbitro y dicta las normas para la nomenclatura de planetas y satélites. En esta sociedad participan las diferentes sociedades astronómicas nacionales y tiene actualmente 12.438 miembros. Se fundó en el año 1919 en Bruselas con el fin de poner orden en el entonces caótico sistema de nombres lunares y marcianos. En su sesión inaugural de 1922 la IAU estandarizó los nombres y abreviaturas de las constelaciones.

La IAU se estructura en 9 Divisiones, 35 comisiones y 31 grupos de trabajo y grupos sobre diferentes temas astronómicos

La llamada División F se encarga de los sistemas planetarios y bioastronomía y promueve estudios para comprender mejor la formación y evolución, desde el punto de vista de la dinámica y la física, tanto de nuestro sistema solar como de sistemas extrasolares. Se encarga también de estudiar la concurrencia de condiciones favorables para el desarrollo de la vida en el Universo. Y supervisa la asignación de nombres planetarios.

En la division F existe un grupo para la nomenclatura lunar, otros tres diferentes para la nomenclatura de Mercurio, Venus y Marte; un grupo específico para la nomenclatura de cuerpos pequeños y otro para la nomenclatura de cuerpos celestes exteriores al sistema solar. Y finalmente existe el llamado Grupo de trabajo para la Nomenclatura de Sistemas Planetarios.

Si lo que hay que nombrar son nuevos accidentes geográficos de planetas o satélites que están dentro del sistema solar el procedimiento es el siguiente: cuando se obtienen las primeras imágenes de la superficie se elige la temática para las nomenclaturas y los primeros nombres, normalmente a propuesta de miembros del correspondiente grupo de trabajo de la IAU, que es el que toma la primera decisión. Según van llegando nuevas imágenes con mayor resolución, se solicitan nombres para los diferentes accidentes geográficos que aparezcan en dichas imágenes. Los miembros de la comunidad científica o el público en general pueden sugerir nombres pero el grupo de trabajo no está obligado a aceptarlos. Una vez que toma su decisión, somete ésta al Grupo de trabajo para la nomenclatura de sistemas planetarios, que revisa el nombre y le da el visto bueno definitivo .

Los nombres aprobados son inmediatamente introducidos en la base de datos oficial de la IAU, the Gazetteer of Planetary Nomenclature (Diccionario Geográfico de Nomenclatura Planetaria). Si alguien no está de acuerdo puede dirigir sus reclamaciones por escrito o por correo electrónico al Presidente de la División F de la IAU en los tres meses posteriores a la publicación del nombre en la web.

Dar nombre a un planeta menor es un largo proceso que puede llevar décadas. En el caso de los cuerpos pequeños dentro del sistema solar, se les asigna primero un nombre provisional que después se sustituye por una designación numérica.

The Rich Color Variations of Pluto

El que tiene muy ocupado a la IAU actualmente es Plutón, cuyo relieve estamos descubriendo gracias a las recientes fotografías de alta resolución enviadas por la sonda New Horizons. Los accidentes geográficos de Plutón tienen que estar, conforme a su temática, relacionados con el Más Allá. Deben elegirse entre los nombres con que se conoce al inframundo en las diferentes mitologías terrestres; o bien nombres de dioses, diosas, héroes y exploradores del inframundo; o bien escritores, científicos e ingenieros asociados con Plutón y el Cinturón de Kuiper.

Cada satélite de Plutón tiene su propia temática. Para Caronte se eligen nombres de naves mitológicas, hitos espaciales, viajeros y exploradores, mitológicos y ficticios. Para Estigia, dioses de los ríos; a Cerbero le corresponden los nombres de perros de la literatura, mitología e historia; a Hydra los de serpientes legendarias y dragones y para Nix se han reservado las deidades de la noche. Un dato curioso, los nombres de Nix e Hydra se eligieron de forma conjunta, en el 2006, para, con sus iniciales (NH), rendir tributo a la sonda New Horizons.

Las estrellas son un caso aparte. Nombrar una estrella tiene un algo especial que resulta atractivo o fascinante o incluso romántico para muchas personas ¿quién no ha querido poner su nombre o el de un ser querido a una estrella? De hecho hay empresas que venden a particulares la posibilidad de dar nombre, o incluso la propiedad, de uno de estos cuerpos celestes (previo pago por supuesto). Lo malo es que nada de esto es legal. La IAU advierte claramente que en ningún caso los nombres de las estrellas pueden ser objeto de transacciones comerciales y que tales nombres no tienen ninguna validez.

Para dar nombres a las estrellas se utilizan varios sistemas, como el que introdujo Johann Bayer en su “Uranometría” (1603), aún vigente, que utiliza el nombre de las constelaciones para identificar las estrellas en su interior, precedido por una letra del alfabeto griego. Se empieza por la letra alfa (α) que se asigna a la estrella de mayor brillo, la siguiente en brillo sería beta (β), y así sucesivamente.

Cuando la constelación tiene más estrellas que letras el alfabeto griego, se continúa con el alfabeto latino, primero en minúscula y después en mayúscula.

La estrella μ Arae es por tanto una estrella de la constelación Ara (el Altar) y no es la que más brilla en dicha constelación. En concreto es una estrella subgigante amarillo-naranja tipo G parecida a nuestro Sol pero más grande (un 32% mayor). Se la puede ver a simple vista, su magnitud aparente es de +5,12 y está a unos 49,8 años-luz de distancia.

Y ahora se llama Cervantes. Un nombre que no nos da ninguna información sobre la estrella pero que, sin duda, tiene mucho más significado.


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Lucy
Hace más de tres millones de años

Apenas mide un 1’05 m. pero es una de las mujeres más famosas de la historia. El 24 de noviembre de 1974 el paleoantropólogo estadounidense Donald Johanson descubrió, junto con su equipo, el esqueleto más completo y mejor conservado hasta la fecha, de un homínido: Lucy. Una nueva especie a la que sus descubridores llamaron Australopithecus afarensis.

Lucy blackbg.jpgLucy no es sólo una chica famosa, es también una de las féminas que más han contribuido a la ciencia, aunque en su caso fuese unos 3’2 millones de años después de su muerte. Sus huesos han aportado información muy valiosa sobre su especie y sobre la evolución de los homínidos.

La palabra Austrapolitecus viene del latín “australis” que significa “del sur”y del griego “Pithekos” que significa “Mono”. “Afarensis” hace referencia al lugar donde se encontraron los restos: la aldea de Hadar, en el País de los Afar, una de las regiones étnicas en que se divide Etiopía.

El nombre de Lucy se debe a la canción que Johanson y su equipo estaban escuchando cuando encontraron los huesos: “Lucy in the sky with diamonds” de The Beatles.

Muchos autores sitúan a Lucy directamente en nuestro árbol genealógico aunque Juan Luis Arsuaga sostiene que su linaje sigue una línea completamente diferente a la del género “Homo”. No somos parientes. Lucy tenía una mandíbula más ancha que nuestros antepasados, y típica de otra línea evolutiva, los Parántropos. Según Arsuaga, nuestros ancestros tenían un encéfalo más grande, un aparato masticador más estrecho y el esbozo de un toro supraorbital.

Australopithecus afarensis.JPGLucy era pequeña y pesaba menos de 30 kilos. Durante mucho tiempo se pensó que había muerto cuando tenía unos 20 años. Recientemente se ha rebajado su edad a los 12 años, lo que lleva a los investigadores a plantearse si le dio tiempo a ser madre. Con esa edad, a Lucy le hubiera dado tiempo a tener un único hijo, como mucho, y a su muerte todavía debería estar amamantándolo, así que, de haber existido, el hijo no pudo sobrevivir a su madre y perpetuar sus genes.

Entre unos y otros hechos es difícil, por no decir imposible, mantener la visión romántica de Lucy como madre de la Humanidad. Pero eso no la hace menos interesante, ni mucho menos.

Lo más interesante de Lucy es que era bípeda, como demuestran su pelvis y su rodilla, aunque las piernas cortas, los brazos más largos que los nuestros y la curvatura de las falanges de los dedos, indican que todavía era capaz de trepar a los árboles con facilidad. Pero ya no vivía en ellos sino en un hábitat intermedio entre el bosque y la sabana.

El cerebro de Lucy medía entre 380 y 450 cm3, aproximadamente el tamaño del cerebro de un chimpancé, pero con mayor grado de encefalización (aunque mucho menos que el de nuestros antepasados Homo). Lucy nos ha enseñado que el desarrollo cerebral surgió después de la postura erguida.

La cara de Lucy estaba proyectada hacia adelante y se parecía a la de un chimpancé, aunque tenía algunos rasgos diferentes, como los caninos más pequeños.

Lucy Australopithecus Restoration model.jpg

No era cazadora ni había carne en su menú. Lucy era vegetariana. La especie de Lucy dio un salto evolutivo y cambió de alimentación para incluir en ella vegetales más duros y costosos de masticar. Sus manos eran capaces de manipular objetos pequeños y utilizar palos para sacar tubérculos de la tierra aunque no podía realizar con precisión el movimiento de “pinza” entre los dedos índice y pulgar.

Hallazgos de fósiles posteriores a Lucy nos han enseñado que el Australopitecus afarensis mostraba un gran dimorfismo sexual, es decir que el el macho era mucho más grande que la hembra. La diferencia es mayor que en el género Homo, osea nosotros.

Después de Lucy se han encontrado numerosos fósiles de su especie en los yacimientos de Hadar y Laetoli. Gracias a estos mensajes del pasado hemos aprendido mucho sobre Lucy y sus congéneres. Pero a fecha de hoy ninguno ha superado la fama de esta pequeña homínido que vivió y murió hace más de tres millones de años.


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