Larga Vida y Prosperidad

El 8 de septiembre de 1966 la nave estelar Enterprise surcaba por primera vez las estrellas desde la pantalla de la televisión. Un viaje de cinco años que dura ya 49 (y lo que le queda).

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Modelo de la nave Enterprise (de 3’4 m.) donado en 1974 por Paramount a Smithsonian

¿Qué tiene de especial Star Trek para haber llegado tan profundamente al corazón de miles y miles de personas de todo el mundo y, medio siglo después, aún seguir llegando, incluso al de aquellos que en 1966 ni habían nacido ni estaban en proyecto?

Star Trek es notable por múltiples razones. Para empezar es una serie valiente. Gene Roddenberry planteó y resolvió en el puente de la Enterprise los temas de mayor actualidad y más polémicos de la época, algunos tan espinosos como el racismo, el nacionalismo y la discriminación sexual.

En el año 1966 incluir entre los miembros más destacados de la tripulación a una mujer y además negra, Nyota Uhura, era una bofetada en pleno rostro de la parte más conservadora de la sociedad. Más o menos como incluir en plena Guerra Fría a un timonel ruso, Pavel Chekov, o ascender a un personaje asiático, Hikaru Sulu, a un papel protagonista. Simplemente, eran cosas impensables para la época.

Cuando Star Trek se estrenó apenas habían pasado tres años de la marcha sobre Washington de Martin Luther King. Dos días antes, el 6 de septiembre de 1966, el griego Dimitri Tsafendas había asesinado en Ciudad del Cabo al primer ministro de Sudáfrica, Hendrik Verwoerd, uno de los artífices del apartheid.

En 1966 el número de bajas estadounidenses en la Guerra de Vietnam había crecido respecto al año anterior y el país seguía detonando bombas atómicas en el desierto de Nevada. Un poco más al sur, en Cuba, Fidel Castro había decretado en mayo la ley marcial ante un posible ataque de sus vecinos del norte. Al otro lado del mundo, el Muro de Berlín llevaba ya cinco años partiendo el corazón de Europa, y África, por su lado, se debatía entre conflictos y golpes de Estado (República Centroafricana, Alto Volta/Burkina Faso, Nigeria, Namibia, …).

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Leonard Nimoy (izquierda) como el señor Spock junto a William Shatner (capitán Kirk)

En este contexto aparece Star Trek y propone un mundo en el que las naciones de la Tierra no solamente han superado sus problemas y diferencias sino que, además, han sido capaces de aliarse con otras civilizaciones extraterrestres para colaborar de forma pacífica en un gobierno interestelar, la Federación de Planetas Unidos. En el mundo de James Tiberius Kirk el ser humano atraviesa la mejor época de su historia. No existen el hambre ni las guerras, las enfermedades han desaparecido casi en su totalidad y el hombre puede dedicarse a su auténtica vocación: la de ser explorador y así conquistar la última frontera, el espacio, y «llegar valientemente hasta donde nadie ha llegado jamás».

Si Star Trek le echó imaginación al futuro de la Humanidad, también lo hizo a la hora de diseñar los elementos tecnológicos de la serie. Con gran visión de futuro, Gene Roddenberry incluyó algunos dispositivos impensables para la época pero que resultaron premonitorios. Fue en Star Trek donde vimos por primera vez muchos de los que ahora nos son cotidianos, como las pantallas táctiles o el iPad.

El famoso intercomunicador que utilizaba Kirk para hablar con la Enterprise y pedirle a Scotty que le sacara de algún que otro apuro se puede considerar el precursor de los actuales móviles. De hecho, el famoso Motorola StarTAC, lanzado en 1996 con forma de concha, rendía en su denominación homenaje a la serie. En el área médica podemos considerar que el fabuloso escáner que usaba el doctor McCoy se anticipó al TAC (Tomografía Axial Computarizada).

Apenas estamos ahora empezando a utilizar los comandos de voz para manejar ordenadores y hace medio siglo el Capitán Kirk no tenía más problemas para hablar con su computadora que aquella ocasión en la que, tras una muy especial reparación, la máquina adoptó un comportamiento demasiado femenino.

Las cintas de memoria que utilizaban en la serie recuerdan a nuestras tarjetas SD y «pendrives«, aunque eso sí, aún no hemos conseguido enviarlos por el subespacio. El tricorder de Spock era un sofisticado dispositivo que servía para todo y que en algunas funciones recuerda a las PDA.

Y todavía hay mucho que nos queda por explorar. Gene Roddenberry resolvió el difícil problema (a nivel presupuestario y de efectos especiales) de hacer descender de la Enterprise a sus personajes sin hacer aterrizar la nave, de una forma muy barata pero muy efectiva: el teletransporte. Nosotros apenas hemos obtenido algunos logros mínimos en esta tecnología y todavía nos queda bastante para poder decir eso de “Beam Me Up, Scotty”. Aún más difícil se ve eso de la Tecnología Warp y el motor de curvatura (aunque hay que reconocer que sería precioso) y eso que, según recientes investigaciones, quizás está más próximo en el tiempo de lo que, en principio, podría parecer).

Nos queda mucho por hacer para alcanzar la realidad de Star Trek pero, después de todo, ¿no somos exploradores?

¡Larga Vida y Prosperidad!