Ese pequeño punto azul pálido

Hoy más que nunca conviene leer y recordar lo que escribió Carl Sagan cuando la Voyager 1 tomó la histórica fotografía de la Tierra conocida como “un punto azul pálido”. La sonda estaba a una distancia de 6.000 millones de kilómetros y la Tierra se veía como una simple mota de polvo, un pequeño punto apenas visible. Esto es lo que escribió Carl Sagan sobre esa imagen:

«Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro moral, cada político corrupto, cada «superestrella», cada «líder supremo», cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra parte del punto. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestros posicionamientos, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… Todo eso es desafiado por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos sólo de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y yo añadiría que formadora del carácter. En mi opinión, no hay quizá mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido».

Procedencia de la imagen (NASA – Dominio público):
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:PaleBlueDot.jpg

Voyager 1 y 2, la última frontera

La Voyager 1 es el objeto fabricado por el hombre que más lejos ha llegado. Se acaban de cumplir 35 años de su lanzamiento el 5 de septiembre de 1977. En estos momentos está a 18 000 millones de kilómetros del Sol y muy cerca de alcanzar la frontera final entre el Sistema Solar y el espacio interestelar. Su gemela, la Voyager 2 fue lanzada unos días antes, el 20 de agosto de 1977 y actualmente está a 14,2 billones de kilómetros del sol.

Gracias a las dos sondas, que viajan por rutas y a velocidades diferentes, conocemos mucho mejor nuestro Sistema Solar y todavía guardan para el futuro grandes descubrimientos. Las señales desde la Tierra tardan unas 13 horas en alcanzar a la Voyager 2 y 16 horas en llegar hasta la Voyager 1, y esto a la velocidad de la luz.

La Voyager 1 ha visitado Júpiter (en 1979) y Saturno (en 1980) y su gemela, además de estos dos planetas, llegó hasta Urano (1986) y Neptuno (1989).

Ambas sondas llevan, al estilo de las Pioneer, pero más sofisticado, un mensaje para un hipotético encuentro con algún ser inteligente. El mensaje está grabado en un disco de gramónofo, de oro, contiene saludos en 55 idiomas diferentes, incluido el esperanto, y sonidos naturales e imágenes de la Tierra, así como música de diferentes culturas, entre las que se encuentran desde la Quinta Sinfonía de Beethoven hasta el Johnny B. Goode de Chuck Berry, pasando por el canto nocturno de los indios navajos, blues melancólicos de Louis Amstrong o «El cóndor pasa«.

El contenido del disco fue seleccionado por un Comité presidido por Carl Sagan.

Procedencia de la imagen (NASA – Dominio público)
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Voyager.jpg

Las Pioneras

La primera sonda que atravesó el cinturón de asteroides fue la Pioneer 10, que inició su viaje rumbo a Júpiter el 2 de marzo de 1972. Su misión terminó oficialmente el 31 de marzo de 1997, pero la Red del Espacio Profundo (DSN) continuó rastreándola. El 27 de abril de 2002 la Tierra recibió por última vez telemetría enviada por la Pioneer 10 y, unos meses después, el 23 de enero del año 2003, llegó, ya muy débil, su última señal.

La Pioneer 10 abrió el camino para las sondas que vendrían después y gracias a ella pudimos ver de cerca, por primera vez, el quinto planeta de nuestro Sistema Solar. El día que más se acercó a Júpiter fue el 3 de diciembre de 1973. Envió a la Tierra imágenes del planeta y sus lunas, además de mediciones de la magnetosfera, atmósfera, campo magnético y radiación, datos que fueron fundamentales en el diseño de las sondas Voyager y Galileo.

Ya no hay contacto con ella pero en estos momentos la Pioneer 10 viaja en dirección a Aldebarán, la estrella más brillante de la constelación de Tauro (a 68 años luz de distancia de la Tierra), donde llegará en unos 2 millones de años.

El Programa Pioneer de la NASA envió 8 sondas a la órbita solar, las Pioneers 6 a la 9 entre 1965 y 1968. En diciembre de 2002, para conmemorar el 35 aniversario de la más antigua de ellas, la Pioneer 6, se contactó con ella una última vez durante dos horas.

La otra hermana famosa, la Pioneer 11, se lanzó el 5 de abril de 1973 y llegó a Júpiter en diciembre de 1974. Obtuvo imágenes de la Gran Mancha Roja, realizó las primeras observaciones de las regiones polares y determinó la masa de Calisto.

En septiembre de 1979 llegó a Saturno y realizó las primeras observaciones. La Pioneer 11 descubrió dos nuevos satélites alrededor del planeta y nuevos anillos y, también, que Titán era demasiado frío para la vida.

La misión terminó oficialmente el 30 de septiembre de 1995 y el contacto se interrumpió un mes después. No hemos vuelto a tener comunicación con la Pioneer 11 ya que su antena dejó de estar orientada hacia la Tierra. En este mismo instante la sonda está viajando hacia la constelación del Águila, por donde pasará en unos 4 millones de años.

El equipaje más famoso de las Pioneer 10 y 11 es la placa que incluye un simbólico mensaje para el hipótetico caso de que una civilización extraterrestre se encontrara con la sonda. La placa fue diseñada por Carl Sagan y Frank Drake y los dibujos son de Linda Salzman Sagan. En la placa están representadas dos figuras humanas, hombre y mujer, junto a un dibujo de la sonda (como tamaño de referencia), una molécula de hidrógeno (como el elemento más común del Universo) y la situación de la Tierra en el Sistema Solar. La mano del hombre está levantada en un gesto de buena voluntad y las medidas de ambas figuras, hombre y mujer, son el resultado de un análisis por ordenador de las características medias del ser humano.

Procedencia de las imágenes (NASA – Dominio público):
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pioneer_10_Construction.jpg
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pioneer_plaque_(transparent).svg