La noche en que la Luna se acercó a mirar la Tierra y se puso colorada

La noche del 27 al 28 de septiembre seremos testigos de un raro y espectacular fenómeno celeste: un eclipse de superluna.

A nearly total lunar eclipse is seen as the full moon is shadowed by the Earth on the arrival of the winter solstice, Tuesday, December 21, 2010 in Arlington, VA. From beginning to end, the eclipse will last about three hours and twenty-eight minutes. Photo Credit: (NASA/Bill Ingalls)

A nearly total lunar eclipse is seen as the full moon is shadowed by the Earth on the arrival of the winter solstice, Tuesday, December 21, 2010 in Arlington, VA. From beginning to end, the eclipse will last about three hours and twenty-eight minutes. Photo Credit: (NASA/Bill Ingalls)

Una oportunidad entre pocas. El último eclipse de superluna tuvo lugar en 1982 y no habrá ningún otro hasta el año 2033.

Este fenómeno ocurre cuando la luna llena coincide con el perigeo de la órbita de la Luna, es decir, cuando la Luna se encuentra más cerca de la Tierra.

La órbita de la Luna en torno a la Tierra no es circular sino elíptica. La distancia media respecto a la Tierra es de 384.600 kilómetros. La distancia máxima de esa elipse se llama apogeo y sitúa la Luna a 405.600 kilómetros. Cuando el satélite recorre la parte más cercana a la Tierra de esa elipse, la Luna se nos acerca a 363.700 km. Esto se llama perigeo. Cuando coincide que la Luna se encuentra en el perigeo (y está por tanto lo más cerca posible de la Tierra) y, a la vez, está en fase de luna llena, se produce lo que conocemos como superluna, ya que podemos verla a mayor tamaño de lo habitual.

La noche del día 27 podremos ver la Luna un 14% más grande.

Será una noche muy especial porque la superluna coincidirá con un eclipse total de Luna, es decir, los tres cuerpos celestes estarán alineados y la Tierra estará situada entre la Luna y el Sol.

Para explicarlo de una manera sencilla, la NASA ha editado el siguiente vídeo:

Y veremos la Luna de color rojo.

La Tierra proyectará un cono de sombra sobre el satélite. La refracción de la luz solar en la atmósfera es lo que produce el singular color rojizo de la Luna, ya que las partículas de polvo dispersan la luz de longitud de onda corta (azul) y dejan pasar la luz de longitud de onda larga (rojo) que se refleja en la Luna.

Perigee_Moon_19_March_2011_Lincoln_Memorial

La superluna roja podrá observarse desde España a simple vista en la madrugada del día 28. El eclipse empezará a las 2:12 h. y la Luna se irá oscureciendo hasta que llegue el eclipse total a las 4:11 h y se vuelva roja. El eclipse total terminará a las 5:23 y la Luna irá saliendo progresivamente de la sombra de la Tierra hasta que a las 7:22 recupere su brillo habitual.

Las recomendaciones para ver bien este evento astronómico son las de siempre para observar el cielo nocturno: alejarse de los núcleos urbanos para evitar la contaminación lumínica, llevar unos prismáticos, a ser posible, y una buena tumbona para disfrutar del espectáculo sin forzar el cuello. Tener a mano una cámara fotográfica. Y cruzar los dedos para que no haya nubes.

 

Fuente:

Llega el Hombre a la Luna y Madrid es la primera en enterarse

475px-Apollo_11_insigniaEn este mismo instante (cuando se publica esta entrada), se cumplen 46 años de la llegada del hombre a la Luna.

A las 3:56 (hora española) del 21 de julio de 1969 Neil Armstrong bajó por la escalera del Águila más famosa de todos los tiempos y dio el paso más memorable que un hombre ha dado jamás. El que le convirtió en el primer ser humano en pisar nuestro querido satélite.

Y los niños españoles (y del mundo entero) aprendieron a recitar de memoria en el cole los nombres de Neil Armstrong, Edwin “Buzz” Aldrin y Michael Collins.

Lo que no tuvieron tan presente es el papel protagonista que España tuvo aquella madrugada. Justo cuando el Águila se posaba en la Luna, la Tierra estaba situada frente a ella de manera tal que las comunicaciones de los astronautas con Houston se tenían que realizar desde la Estación de Seguimiento Espacial de Fresnedillas. La señal de los astronautas llegó a Madrid antes que a ningún otro lugar de la Tierra.

Durante toda la misión la estación madrileña estuvo en contacto con la nave Apolo XI ocho horas diarias y fue durante esas horas cuando el astronauta Armstrong pronunció la famosa frase «Houston, aquí Base de la Tranquilidad, el Águila ha aterrizado».

El trabajo de los profesionales españoles dirigidos por Luis Ruiz de Gopegui fue fundamental para el éxito de la misión. El propio Armstrong diría más tarde “Sin las vitales comunicaciones mantenidas entre el Apolo XI y la estación madrileña de Robledo de Chavela, nuestro aterrizaje en la Luna no habría sido posible”. Así recuerda el momento, más de cuarenta años después, Luis Ruiz de Gopegui.

La Estación fue creada expresamente para el Proyecto Apolo como parte de la Red de Vuelos Espaciales Tripulados (Manned Space Flight Network, MSFN). En la red había tres estaciones principales, la de Fresnedillas y otras dos en Goldstone (California) y Honeysuckle Creek, cerca de Canberra (Australia). También formaban parte de la red estaciones móviles montadas en barcos, e incluso en aviones, que volaban a gran altitud para evitar las zonas de sombra. Todo para dar seguimiento y hacer posible las comunicaciones con las naves espaciales.

La llegada a la Luna no fue el único hito vivido en Fresnedillas. La Estación fue testigo de otros muchos momentos históricos y algunos tan duros como el viaje de la expedición Apolo XIII, conocida también por otra frase no menos famosa pronunciada por Jack Swigert (aunque no exactamente de este modo): «Houston, tenemos un problema«

Hoy en día la moderna estación de seguimiento de satélites de Robledo de Chavela ha sustituido a la antigua de Fresnedillas. Su nombre oficial en inglés es Madrid Deep Space Communications Complex, MDSCC (Complejo de Comunicaciones con el Espacio Profundo de Madrid). La exploración continúa y el centro sigue pendiente del espacio exterior con el seguimiento de las sondas enviadas a diferentes puntos del sistema solar. Ha seguido las sondas y «rovers» enviados a Marte, la sonda New Horizons en su viaje a Plutón y, por supuesto, continúa escuchando lo que las sondas Voyager nos dicen sobre el espacio profundo en su viaje más allá del Sistema Solar.

Y de vez en cuando, en la Estación de Robledo de Chavela se viven momentos que recuerdan la emoción de las misiones Apolo. Así describe Lara Sáiz, física  y divulgadora del Centro de Entrenamiento y Visitantes del MDSCC, cómo se vivió en el centro la llegada de Curiosity a Marte.


Créditos:

Ese pequeño punto azul pálido

Hoy más que nunca conviene leer y recordar lo que escribió Carl Sagan cuando la Voyager 1 tomó la histórica fotografía de la Tierra conocida como “un punto azul pálido”. La sonda estaba a una distancia de 6.000 millones de kilómetros y la Tierra se veía como una simple mota de polvo, un pequeño punto apenas visible. Esto es lo que escribió Carl Sagan sobre esa imagen:

«Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro moral, cada político corrupto, cada «superestrella», cada «líder supremo», cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra parte del punto. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestros posicionamientos, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… Todo eso es desafiado por este punto de luz pálida.

Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos sólo de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y yo añadiría que formadora del carácter. En mi opinión, no hay quizá mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido».

Procedencia de la imagen (NASA – Dominio público):
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:PaleBlueDot.jpg